La saeta según Jerez

Jerez tirita rezos desgarradores. Jerez brama bocanadas de solera y compás con esas saetas viejas, ermitañas y cargadas de enjundia y vigor. Es la oración cantada del viejo corral, la que cantó el padre y el abuelo en aquella esquina, la que se guarda durante todo un año en silencio, la saeta de la pared "encalá" y del misterio anónimo del pie de paso. Allí donde la piel de bronce se hace protagonista, y se entabla ese diálogo excelso, de "duquelas" y ruegos, en confidencias que recrean silencios de plazas y callejas, sólo despertadas por los "olés" de la seguiriya. Esos "olés" que no se huelen en otros lares, los olés especiales y profundos de esa tierra que saben a vello de punta y que agasajan los requiebros mas imposibles que puedan salir de una garganta.

He aquí una pequeña muestra de estos privilegiados y breves momentos de la otra Semana Santa, mas pura y original:

Cristo de la Buena Muerte 2006